Iván Chardón: “La Casa es Bálsamo y Salvavidas para Muchos”
Iván Chardón: “La Casa es bálsamo y salvavidas para muchos”
Por Gabriela Ortíz Díaz
[En esta época navideña y con este trabajo inicia la publicación digital periódica de una serie de artículos que, gracias a los testimonios de éxito de los egresados entrevistados, dará cuenta de la labor que lleva realizando la Casa de Niños Manuel Fernández Juncos desde que comenzó sus funciones a principios del siglo pasado en San Juan, Puerto Rico].
Transcurre su sexta década de vida. Es un hombre determinado, persistente y luchador que se ha propuesto metas y las ha venido cumpliendo a lo largo de su vida. En términos académicos, obtuvo un bachillerato con honores en Economía con un grado menor en Psicología en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Además, completó una maestría en Gerencia Internacional y se certificó como analista de riesgos cuantitativos. Como profesional, ha tenido posiciones gerenciales en los bancos de Puerto Rico en las áreas de crédito de automóviles y préstamos personales y ha sido consultor de negocios. Fue locutor por varios años. En 1994, produjo un programa radial muy exitoso llamado Reggae and Rap 96. Hace 22 años, ofrece servicios voluntarios de capellanía (administrar la palabra de Dios) en distintas cárceles. En términos familiares, lleva 35 años de casado y tiene dos hijos.
“Siempre he querido darle a mis hijos la atención que yo no tuve de parte de mis padres, estar ahí para ellos en la enfermedad, en su educación. Criamos a mis hijos con una base bien buena”. Esto dijo Iván Chardón con firmeza desde uno de los salones del que fue su hogar y el de su hermano gemelo por cinco años: la Casa de Niños Manuel Fernández Juncos (la Casa), ubicada en San Juan. Al reflexionar sobre esta, su historia de vida, reconoció que para él la Casa fue parte importante de la formación emocional, espiritual y educativa que le permitió superar la difícil etapa de su niñez y convertirse en la persona que es hoy. Las enseñanzas que recibió en la Casa constituyen parte de esa base sólida que le ha permitido desarrollarse, la misma que junto a su esposa quiso reproducir al criar a sus hijos.
Los hermanos Chardón llegaron a la Casa en 1969, cuando tenían 10 años de edad. Una tía paterna se encargó de buscarles un hogar de acogimiento a dos de los cinco hermanos que se habían quedado sin padre tras este moririnesperadamente por complicaciones cardiacas. Los otros tres hermanos fueron repartidos entre los familiares que pudieran encargarse de ellos. “Al quedarse viuda con cinco hijos de momento, el mundo le cambió totalmente y la psiquis ni se diga”, comentó discretamente Iván Chardón sobre su madre en un intento de recordar y justificar la razón de la llegada junto a su gemelo a la Casa siendo tan pequeños.
“Estar en un hogar que no es el de uno y tener una edad tan tierna en la que uno no puede entender la realidad y mucho menos el porqué, te soy sincero, se nos hizo difícil. De más está decir que por la noche, cuando se apagaba la luz, uno estallaba en llanto”, dijo a la vez que reafirmó el sentimiento de ese momento: “pasamos el Niágara en bicicleta en términos emocionales”. Confesó que le tuvo rencor a su mamá por no ocuparse de la crianza de ellos.
Aunque la perdonó y se reconcilió con ella antes de que falleciera, por muchos años Iván Chardón sintió que su madre les había abandonado. A pesar del daño emocional que significó para ellos alejarse de su familia, Chardón ha logrado internalizar con los años que la situación de su niñez no era tan dura como la de otros niños que han pasado por la Casa a través de estos más de 100 años de labor social ininterrumpida.
Iván y su hermano recibieron las atenciones que les brindó el equipo de la Casa hasta 1975, cuando tenían 15 años y casi cursarían la escuela superior. En ese momento, Carlos Chardón, un tío paterno, asumió el cuidado de los hermanos. “El nos acabó de criar en los momentos más críticos de la adolescencia”, recordó sobre la importancia de las enseñanzas que les legó este tío, a quien siempre ha considerado un papá. Sobre todo, Iván le debe a su padre de crianza el ejemplo de responsabilidad, ética, moral e integridad, rasgos que lo caracterizaron como funcionario público que le brindó servicio a Puerto Rico mientras ejerció como secretario del antes Departamento de Instrucción Pública.
Hoy día, Iván Chardón reconoce que está hecho, también, de los valores cristianos que le inculcaron antes de llegar a la Casa y que “aquí se fortalecieron, además de la disciplina y de los valores sociales de estudiar y encaminarse por la vía correcta”. Algo que siempre le ha agradecido a la Casa es que le permitieron desarrollar el gusto que desde niño le daba relacionarse con la música y la locución. “En la Casa de Niños Manuel Fernández Juncos, del año ’72 en adelante, yo empecé a practicar porque yo quería ser locutor de radio. Desde aquí (la Casa) yo empecé a coleccionar discos y me ponía a practicar locución”, recordó. En ese sentido, la Casa apoyó lo que fue una meta clara para él y que finalmente logró años más tarde: convertirse en locutor de radio. “Esto que yo quise lograr lo estaba usando, sin yo saberlo, como un escape de todas mis incógnitas, de todos mi dolores y heridas familiares”, dijo Chardón, quien considera que su historia es una de superación.
En la actualidad, el acompañamiento que ofrece la Casa a los niños que pasan por ellacontinúa siendo en todos los aspectos. Más allá de proveer techo, ropa, alimentación, educación y atención médica y psicológica a los menores residentes, la Casa les brinda una familia. El mismo apoyo de parte de la familia de la Casa que recibió Iván Chardón una vez cuando se le permitió explorar su gusto por la locución, se le continúa manifestando hoy día a los niños acogidos, al darles la oportunidad de que se expongan a talleres de valores, catequesis, clases de canto, salidas de ocio, actividades deportivas y culturales, entre otros.
De adulto, en varias ocasiones, Iván Chardón se ha interesado en reciprocar lo que la Casa hizo por él y por su hermano. En ese sentido, hace unos años coordinó dos conciertos de música urbana como método de recaudación de fondos. También, se ha ofrecido como voluntario para impartir talleres de empresarismo a los jóvenes residentes. “Sería un honor para mí pagar para atrás lo que el hogar hizo por mí en aquel momento”, comentó.
“Este hogar es indispensable para muchasfamilias y jóvenes que lamentablemente pasan por situaciones difíciles, unas más extremas que otras. En un momento dado, viene a ser un bálsamo y el salvavidas de todos los que han pasado por aquí y pasarán. La Casa tiene un valor incalculable”, concluyó Iván Chardón.
Nota: Gabriela Ortiz Díaz es reportera independiente de prensa escrita. Desde 2016, reporta para el periódico puertorriqueño Claridad. Actualmente, también se desempeña como educadora en la Casa de Niños Manuel Fernández Juncos. Obtuvo una maestría en Lingüística Hispánica en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y, en estos momentos, realiza un doctorado en Comunicación.
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